viernes, 7 de mayo de 2010

Crónica de una batalla (1)

Ahora que el susto ya pasó, es más fácil poder relatar en detalles lo que como familia vivimos en los últimos dos meses.

El martes 16 de marzo fui al médico por causa de algo como un carozo en el testículo derecho. Ya hacía semanas que lo había notado, pero como no dolía para nada, supuse (¡grave error!) que no sería nada serio y que ni bien tuviese tiempo, marcaría una cita con el médico. El hecho de que dicho carozo había aumentado un poco de tamaño ayudó a encontrar más rápido un hueco en la apretada agenda de inicio de semestre en la Universidad.

El médico me dijo que parecía ser 'solo' una callosidad, pero que para estar seguro, que vaya al urólogo. Quise ir el mismo día, pero solo conseguí cita una semana más tarde. El hecho de que probablemente se trataba solo de un 'callo' me tranquilizó bastante...

Una semana más tarde (martes 23 de marzo) estaba un tanto engripado y no pude ir a la Universidad. Mi preocupación hasta ese entonces eran las clases que perdí ese día. De tarde fui a la cita con el urólogo. Después de una ecografía de 30 segundos, el galeno me dice seco y cortante: "¡Hay que operar! Vaya hoy mismo al hospital para ser operado mañana". De repente mis preocupaciones fueron totalmente otras.

Volví a casa para comunicárselo a Evelyn y por el camino me bombardeaban miles de preguntas, la incertidumbre de lo que podría llegar a pasar, y ¿si ya llegó mi hora de irme?

Al principio ella creyó que le estaba haciendo una broma, pero cuando entendió que era en serio, reaccionó con mucha calma y aplomo. Decidimos hablarle a un amigo que es médico cirujano, y este nos recomendó que esperásemos hasta el día siguiente, porque igual no iba a poder ser operado enseguida. Que aprovechemos el tiempo para comunicárselo a nuestros familiares y amigos para que estén orando y que fuésemos al hospital a la media mañana.

Para mí comenzaron ahí dos días de crisis y de aceptar lo que Dios tenía en la agenda para nosotros...

(Continuará...)