lunes, 30 de julio de 2007

Tomando té a la turca

El sábado pasado de tarde (28 de julio) fuimos a la iglesia turca en Duisburg. Era la segunda visita que les hacíamos y lo que por primera vez nos llamó muchísimo la atención fue su puntualidad. Ni bien dieron las 15 horas en punto, comenzaron la reunión. ¡Muy inusual para los turcos!


No había muchas personas, pues el mes de julio es mes de vacaciones... aunque esto no es excusa para no reunirse. Cantamos varias alabanzas, tres hermanos compartieron algunas palabras de ánimo (mini predicaciones, si se quiere) y al final de todo la predicación principal.

Traté de traducir todo para que Evelyn no se sintiese tan perdida, ni tuviese tanto sueño, pues una reunión de dos horas, de tarde, después del almuerzo, sin entender una palabra... puede tener un efecto somnífero terrible.




El programa terminó a las 17 horas. La gente muy amable se acerca para saludarnos. También lo hace el pastor, un muchacho joven muy jovial, alegre, quien nos invita a tomar té en su casa (chai, como se dice en turco). Aceptamos con mucho gusto.

Después se acerca el padre del pastor, un hermano a quien yo ya había visto varias veces en el 2004 / 05 y el que había empezado esta iglesia, y nos dice que nos invita al casamiento de su hijo el próximo sábado (sí, este sábado 4 de agosto). En el auto tenía un sobre con la invitación, lo toma, tacha el nombre que ya estaba escrito, me mira y me pregunta: '¿cómo era tu nombre?'. Y bueno, así fuimos invitados al casamiento del hijo menor.

Pero volviendo a la historia del té. Llegamos a casa del joven pastor. Nos mostró todo lo que él mismo está renovando en ella, nos sentamos en la sala charlando de todo un poco y, para entonces, yo ya había percibido que la esposa estaba en la cocina preparando algo más que simplemente "un té", porque cebolla, por ejemplo, no hace parte de los ingredientes del 'chai' ...que yo sepa.

Unos 40 minutos después de haber llegado, traen una bandeja y nos dicen que antes de cenar, vamos a tomar un café. Y ahí nomás nos sentamos a la mesa.

Pasados otros 40 minutos, cuando ya la mesa estaba limpia otra vez, llega una bandeja de ensalada, otra con fideos, otra con arroz, y nos sirven a cada uno un plato de garbanzos.

Después de todo lo anterior llega el postre: gelatina de zarzamora.

Finalizada la cena, cuando otra vez todo fue retirado de la mesa, empiezan a caer las semillas de girasol, maní, cositas dulces, etc. Y finalmente, alrededor de las 21 hs., llegó el de la invitación.

En resumen: el té engorda (¡por lo menos el turco!)

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